Lee aquí si quieres conocer un poco las satisfacciones, decepciones y curiosidades relacionadas con las obras del tío Antonio
Galería fotográfica
Anecdotario literario
Finales de junio de 2.004, el principio
Fue a finales de junio del año 2.004, cuando sentí una gran tentación por escribir. Fue algo repentino e inesperado. Todo lo más cercano que estuve de la literatura fue a principios de los 80, copiando cartas comerciales de los cursillos de mecanografía. Poca cosa, vamos. Aunque bien es verdad que imaginación siempre tuve mucha.
El banquete de los orcos, el primer relato
El banquete de los orcos fue mi primer relato escrito. Como es fácil imaginar, la lectura era terriblemente difícil para quien no fuera el propio autor, pues cuando escribes por primera vez, estás en tu mundo, te dejas llevar por el entusiasmo, sin respetar los signos de puntuación, incluso la ortografía y la alineación. Tuve que corregirlo varias veces. Dicho relato se encuentra en el recopilatorio "Ocho relatos para pasar un atardecer entretenido".
El jefe gruñón
En verano de 2.005 me llamaron a trabajar en la limpieza de playas. Me sorprendió la capacidad de nuestro jefe para encontrar la más mínima excusa para estar descontento. De repente me llegó la inspiración. Acababa de encontrar una nueva frase para mi refranero personal: “Un jefe que no se enfada, ni es jefe, ni es nada”. Solo tenía que me memorizarlo hasta terminar de trabajar y anotarlo en mi casa.
El concurso
No suelo participar en concursos literarios, pero en el de Octubre de 2.007 quedé en segundo lugar en uno de la web literaria “Grupobuho”. Fue muy reñido, ya que los que ocupaban el 2º, 3º y 4º lugar, teníamos la misma puntuación. La moderadora me escogió a mi, porque era el que tenía mayor número de votantes de los tres.
El cursillo de difícil acceso
En marzo de 2.011 eché la solicitud para hacer un concurso de diseño gráfico en el que aprendería a manejar el InDesign, Illustrator y un poco de Photoshop. Pero había muchos candidatos con más méritos que yo, para ser admitidos. De hecho, ni siquiera estaba mi nombre entre los suplentes. Por eso mismo me sorprendió que me dijera mi padre que me habían llamado porque estaba admitido, aunque eso sí, habían pasado un par de semanas del comienzo. Luego supe que el cursillo duraba de marzo a septiembre. Muchos creyeron que sería más corto, y como querían disfrutar del verano, se echaron atrás. Eso me favoreció. Gracias al cursillo puedo hacer algunas portadas e imágenes para promocionar mis obras.
Visita fallida a un colega
En una librería de mi ciudad solían acudir escritores noveles para presentar sus libros. Pensé que sería buena idea acudir y aprender algo. Al entrar, vi que apenas había gente. Pregunté a la encargada de la caja, que me señaló hacia unas escaleras que daban a la parte baja de la librería. Me asomé, pero no vi a nadie. Parece que tampoco se esperaba a mucha gente, ya que el lugar era estrecho y había espacio para unos diez o quince asientos. Era un poco tarde. El reloj marcaba cinco minutos más de la hora señalada para la presentación. Me apresuré a marcharme. El sitio era poco íntimo y no me seducía la idea de ser el único espectador. Además, llevaba escaso dinero en el bolsillo. Si eres la única persona que acude a un evento de este tipo y no le compras aunque sea un libro al autor, queda muy feo ¿Verdad?
El ordenador portátil
Antes de 2.009 no me gustaban mucho los ordenadores portátiles. Me parecían frágiles e incompletos. Un día, mi sobrino salió antes de la escuela y me pidió usar el ordenador de torre para jugar. Accedí, y me fui al de mi padre para editar mis escritos. Cuando pude acceder al mío, pude comprobar que lo que había hecho en el pc de mi padre era un caos. No caí en la cuenta de que las versiones de Word eran distintas y estaban configuradas, cada una a su manera. Me resultó imposible alinear los textos. No menos importantes eran los virus que se me colaban por la web, que me obligaban a borrar los archivos e instalar de nuevo el sistema operativo. No me quedó más remedio que comprarme un ordenador portátil para mis escritos, conectarlo lo menos posible a internet, y usarlo solo yo.
En la vieja mercería
Necesitaba un sitio tranquilo para escribir mis obras ¿Y qué mejor lugar que una vieja mercería-droguería que alquilaron unos familiares, cuyo propietario no daba una respuesta definitiva a la proposición de venderla? Mientras esperaban la respuesta definitiva, decidí usarla como escritorio. Uno de los inconvenientes es que la electricidad era de 125 voltios. No había problema para el ordenador, ya que el transformador estaba preparado para esas circunstancias. Pero sí para una pantalla que llevé, y tuve que dejar de usarla.
Ruidos en la vieja mercería
Otro problema inquietante fueron unos extraños ruidos que se producían, de vez en cuando. Parecía como si alguien diera un fuerte pisotón en el techo de madera del escaparate o diera fuertes patadas desde dentro a la cancela. La mercería siempre había sido tranquila, hasta ese momento. Más que asustarme, me enfureció. No era la primera vez que escuchaba sonidos de ese tipo. Ya los había escuchado en mi anterior casa y había pasado mucho miedo en mi adolescencia. Si el anterior fenómeno no me había echado de mi hogar, ese no me iba a echar de la mercería. Me preguntaba si el inquilino de la tienda de comestibles de al lado tenía algo que ver. No sería extraño, pues los ruidos sonaban pegados a la pared. Además, ese hombre había fallecido ese mismo año. Decidí ignorar los sonidos y tomarme la vida con calma.
Adiós a la mercería
Un día noté que alguien había entrado por la puerta de atrás. Por suerte no se había llevado nada, pero me inquietó. No tardamos en descubrir que fue el dueño, que creyendo que nos habíamos olvidado del local, entró en su interior para hacer ajustes. Pocos días después, una inmobiliaria llevó a una persona conocida para enseñársela. También cambiaron la cerradura; pero por suerte, temiendo alguna sorpresa desagradable, había dejado de guardar dentro el ordenador portátil. A pesar de que nos dieron unas llaves nuevas y nos pidieron disculpas por el error, yo ya no me fiaba. Lo peor era la instalación eléctrica. Tenía muchos años. Un día, los fluorescentes dejaron de funcionar. El techo estaba muy alto y la escalera no era muy de fiable. Los cambié, pero seguía sin haber luz. Había que cambiar la reactancia. Imaginaba que ya no las habría de 125 voltios, pero en el caso de encontrarla, no estaba dispuesto a subirme a la escalera. Por un tiempo usé la pobre luz de una lámpara de mesita, pero fue la desconfianza lo que me animó a dejar de ir. Era mejor ir a la biblioteca. Viendo mi familiar que ya no iba por la mercería, se dio de baja de la luz. Fueron poco más de cinco años (desde mediados del 2.009, hasta principios del 2.015), los que estuve en la vieja mercería.
Los libros en mi familia
La aceptación de mis obras en mi entorno familiar fue muy distinta. Mi sobrino me pidió un libro sobre las aventuras de Star Gordo. Lo tiene en su librería. Mi sobrina me pidió otro, pero del hada Mercurita. También lo conserva en su librería. Mi madre también me pidió un libro sobre Mercurita y lo leyó.
¿Intento de plagio?
Creo que fue por el año 2.010, que me llevé un susto de muerte al ver a mi obra “Mercurita la aprendiz de hada”, en venta en una librería de Málaga, creo que era. Le mandé un email de advertencia al dueño, además de una carta certificada con el mismo contenido. Hice circular la noticia por un par de foros de internet. Unos me apoyaron, otros defendieron al dueño de la librería, dudando de que se dedicara a cosas así. Por fin, una interminable semana después, recibí la respuesta. El dueño de la librería me dijo que eso había sucedido por el fallo de un programa que informa de las obras que están registradas, y que a juzgar por el número de páginas te dicen el precio aproximado que tendrá el libro. Debería acostumbrarme a las falsas alarmas, ya que ese programa estaba muy extendido por las librerías, para promocionarse mejor, y hacer creer que tienen más libros en venta de los que realmente tienen.
Intento editorial fallido
No puede decirse que la idea de mandar mi libro “Mercurita la traviesa hada” a la editorial Alfaguara fuera buena. Nada respondieron a los correos electrónicos que les mandé. Nada con respecto al libro. Silencio, absoluto. Tonto de mí, pensé que si recibían algún libro, no perderían la ocasión de leerlo para comprobar su comercialidad. Ante la falta de noticias, expuse mis dudas en un foro de escritores. Ellos me desmintieron tales suposiciones. Las editoriales “importantes” no se suelen molestar en responder a emails, ni tampoco en leer libros que no tuvieran previsto leer. No debía enviar un solo libro más, a menos que ellos me dijeran que podía hacerlo. Muy probablemente, el mío habría acabado en la papelera, sin haber recibido un solo vistazo. Me quedó claro que los editores no son arqueólogos. Tienen mucho trabajo por delante, y un libro imprevisto es una molestia, no un objeto de interés a examinar.
Problemas con el InDesign
Al principio me fue bien con ese programa, cuyo manejo aprendí en los cursillos de 2.011. Pero cuando más contento estaba, empecé a tener problemas. Imagina: Tu libro tiene 120 páginas, pero en la página 40 decides que tienes que editar algo importante. Pues bien, añades varias páginas más y te pones a escribir. Al término te llevas el susto ¿Dónde está lo que he escrito? Si lo has hecho después de la página 40, evidentemente, estará a partir de la 41 ¡Pero no está! Buscando, desesperadamente, encuentro el texto en la página 121, después de la última página ¿Por qué ha sucedido esto? Le mando un email al profe, y dice no saberlo. Mis correcciones son frecuentes, y unas veces aparece el texto corregido en una página, y otras veces, en otras. Dadas las circunstancias, decido dejar de usar el InDesign para mis obras.
El fantasma de la casa en obras
Fue una divertida ocurrencia en los años 90, cuando mis amigos y yo, nos arrimamos a una casa que estaba en obras interrumpidas, durante un sábado por la noche. De vez en cuando, oíamos el caer cercano de pequeñas bolitas de cemento. Nos preguntamos ¿Es el viento o hay alguien viviendo que nos tira objetos para echarnos? Para hacer juego con “el fantasma de la ópera”, lo llamamos “el fantasma de la obra”. La cosa no pasó de esa bromita, pero un día me acordé del suceso y se me ocurrió un relato. A ver si un día de estos lo escribo.
La música para presentar las obras
La creación de la música para presentar a Star Gordo en “You tube” fue casi milagrosa. Conecté la grabadora y me puse a tocar al azar, pero no muy separadas, las teclas del órgano “Prodikeys”. El resultado fue asombroso. De hecho, no creo que sea capaz de repetirlo de nuevo. Para crear la música de Mercurita, años después, me tuve que esforzar más. Ese tipo de fenómenos casuales que salen bien a la primera, solo suceden una vez cada cien años :)
Las portadas
No soy precisamente un buen dibujante ¡Ojalá! Por ese motivo, los personajes de mis obras proceden del viejo videojuego “Los Sims 2”, que procuro sustituir con los creados durante los cursillos de diseño gráfico.
Usando el teléfono móvil
Para la creación de la portada de “Ocho relatos para pasar un atardecer entretenido” usé el teléfono móvil, recién adquirido. No tenía mucha fe en la cámara de fotos, pero esta resultó estar a la altura de las circunstancias.
Las aventuras de Star Gordo
* Al principio iba a ser un relato de humor; de hecho, el nombre del protagonista era “Star” por “Star wars” y “Gordo” por el héroe de ficción de los años 40, “Flash Gordon”. Pero a medida que escribía, me daba cuenta de que era preferible un relato serio, pero no por ello lo llamaría de otra manera. Ahora sería “Star” por “estrella” y “Gordo” por su físico. El protagonista cambiaría su nombre por ese, que combina la fantasía con la realidad.
* Al escribir el principio de las aventuras de Star Gordo, lo hice explicando las costumbres de los habitantes de los planetas donde se desarrolla la historia. Pero un escritor me desaconsejó hacerlo así, por considerarlo demasiado pesado para el lector. Debía poner un protagonista y su vida personal. Lo otro debía explicarlo sobre la marcha o en el glosario. Decidí seguir su consejo.
* Las aventuras de Star Gordo no consisten en un solo libro, sino en varios. Además hay relatos en los que los protagonistas son gente de su entorno. A estos relatos los llamé: “Crónicas del Binomio Galáctico”. Pero en aquellos días de 2.004 y 2.005 lo que buscaba era lectores en mi blog. De ahí que muchos de esos relatos no tengan el suficiente número de páginas como para comercializarlos. Hay que añadir más texto o borrar algunos relatos.
* A veces me pregunto si el verdadero título de la serie debería ser “Las aventuras de la amiga de Star Gordo”, ya que en un determinado momento conoce a una chica que se interesa en sacarlo de apuros. Star Gordo es un hombre sencillo al que más le valdría quedarse quietecito, y esperar a que la gente de su entorno le ayude, porque cuando actúa, suele cometer graves errores que le complican la vida a él, y a quienes pretenden ayudarle.
* Uno de los personajes de la serie, “las aventuras de Star Gordo”, la princesa Nilia, está basada físicamente en la actriz, “Virginia Madsen”, que salió en la película “Dune” de los años 80. Su nombre me causó un gran quebradero de cabeza, pues todos los que se me ocurrían eran derivados de “Leia”, la princesa de la guerra de las galaxias.
* Inspirado en mi obra de Star Gordo, hice naves de cartón. Pero las promociono poco, ya que el colorido que usé es demasiado infantil para mi gusto, además de que algunas me salieron algo imprecisas. A ver si aprendo a usar el Blender y las hago mejor. También puedo optar por el Illustrator.
* Los soldados del ejército tirio usan cascos inspirados en el “yelmo tracio” de la época de Alejandro Magno.
* Hice varias portadas de Star Gordo. Al final me quedé con una en la que sale un fondo espacial con una estrella de ocho puntas. Pero hace unos meses la sustituí por ora en la que aparecía el rostro del protagonista.
El hada Mercurita
* Fue en la primavera del año 2.009 cuando se me ocurrió crear un relato, titulado “Los mundos de Kampelina”, en el que la protagonista, una niña patinadora, viajaba a un extraño mundo medieval con una amiga y su primo. Al verlos vestidos con ropas del siglo 21, los habitantes se inquietan. Una secta manda a sus soldados y los arrestan. En un momento dado, se presenta el hada Mercurita y rescata a los niños. Ella debía de ser un personaje secundario, pero le di tanta personalidad, que no me la pude quitar de encima. En consecuencia, dejé a Kampelina para otro momento, y decidí centrarme en Mercurita, creando una serie en la que ella es su protagonista principal.
* Dragones y acero fue una idea para crear un relato medieval. Sabía cómo empezarlo, pero no como continuarlo. Cuando escribí el cuarto libro “Mercurita en los bosques espesos consideré que esa historia encajaría bien y decidí incluirla en el libro.
* La canción del mercenario: Durante un tiempo se me metió en la cabeza el estribillo de una canción mercenaria. No estoy muy seguro si fue en 2.010 ó 2.011. Una vez compuesta ¿Qué hacer con ella? Se me ocurrió que como en el entorno de Mercurita hay mercenarios, ponerla como coplilla de marcha de una de las bandas. Lo malo es que no tuve más remedio que cantarla yo, solo, haciendo trucos no muy efectivos para aparentar que eran más personas las solicitantes. Los únicos con los que podría contar en esos días, serían los amigos de mi sobrino o los compañeros del cursillo de diseño gráfico, que les gustaba crear vídeos. No les dije nada, pese a que se ofrecieron a ayudar al que lo necesitase. Años anteriores la experiencia rodando en películas de 8 milímetros con mi primo y sus colegas fue muy incidentada, pues casi todos los participantes se salían del guión o actuaban cuando no les tocaban para dejar su toque personal. Yo temía lo mismo. No quería cambios, toques personales, ni a graciosos cantando de forma burlona. Preferí actuar solo, aunque no me saliera bien. En Youtube está. Algún día la retocaré de nuevo con el “Audacity”.
* Mercurita y Star Gordo: Son los protagonistas de dos series distintas, pero ¿Qué pasaría si alguna vez, ambos llegaran a conocerse? Pues que la burlona Mercurita se pondría a buscarle las cosquillas, gastarle bromas y ponerlo de mal humor, ya que ambos son muy distintos. Aunque no forma parte de mis planes literarios, no quise descartar del todo la idea. Es por eso, que en el libro primero de Star Gordo, aparece una niña patinadora muy traviesa, que en una ocasión saca del apuro al protagonista. Si Mercurita llegara a conocerlo, lo primero que le diría es: “¿Te acuerdas de mí? Soy la niña patinadora que viajó contigo en la nave “Esperanz”.
* Los libros sobre Mercurita no son de tipo infantil. Ella es una niña, y como tal, vive su vida y sus enseñanzas. Es lógico, pero a medida que vaya creciendo, sus historias ganarán en seriedad.
* Los soldados de la época de Mercurita: De vez en cuando, la traviesa hada tendrá encuentros con los militares. Una veces agradables, y otras, no. La indumentaria militar de éstos es muy parecida a la de los tercios españoles del siglo XVII, con la diferencia en que el casco más usado será el del modelo “capelina” o de forma de plato invertido. Las armaduras solo las usará la caballería y algunas tropas especiales. Los piqueros, arcabuceros y mosqueteros, preferirán los chalecos, si son de cuero, mejor. Eso, los ejércitos del norte. En el sur, aún seguirán con armaduras de todo tipo, pero con escasez de armas de fuego. También hay jinetes nómadas que visten ponchos coloridos y usan con gran destreza los arcos.
* Los libros de prueba los compré en una imprenta valenciana, llamada Publiberia. Meses más tarde quise publicarlos en Amazon. Para mi sorpresa, me dijeron que debía de cambiar la de Mercurita la aprendiz de hada, pues tenía mucho brillo en la parte de arriba, y no iba a salir bien impresa ¡Pero si en la imprenta valenciana salió bien! No quise discutir y me puse a crear otra portada.
* La portada de “Mercurita y los compañeros decepcionantes” la hice, basándome en los conocimientos adquiridos durante el curso de 2.011 de diseño gráfico. Diría que es la que más llama la atención. En ella vemos a Hébora soltando una ventosidad y las reacciones de Mercurita y sus amigas.